Washington, 19 ago (PL) Miles de personas marchan hoy por céntricas zonas de la ciudad estadounidense de Boston en respuesta a una concentración similar de grupos supremacistas blancos, en medio de la crispación en el país por el tema racial.
Unos 500 policías fueron movilizados para preservar la seguridad y evitar cualquier tipo de incidente similar al ocurrido hace una semana en Charlottesville, Virginia, reportó el diario USA Today.
La decisión de ese territorio de remover una estatua del general confederado Robert E. Lee provocó que representantes de la llamada derecha alternativa, neonazis y miembros del Ku Klux Klan, se congregaran en defensa de sus ideologías.
Tal concentración provocó violentos enfrentamientos con grupos antirracistas, que dejaron sin vida a Heather Heyer, de 32 años de edad, y una veintena de heridos.
Según los organizadores, la marcha de este sábado en la populosa urbe del estado de Massachusetts es una acción pacífica «de libertad de palabra» que intenta contrarrestar la propaganda racista y la violencia de Charlottesville.
Se trata de tener un discurso político de todo el espectro, conservador, libertario, centrista, explicó Chris Hood, un bostoniano de 18 años que se sumó a la acción civil.
El alcalde de Boston, Marty Walsh, pidió a los contramanifestantes que evitaran la zona de Boston Common, alegando que su presencia atraería más atención sobre los activistas de extrema derecha que allí se concentran.
Nuestras señales y el mensaje de esta mañana son todo acerca del amor y la paz. Es un buen mensaje, declaró a la prensa Walsh, quien se unió a los miles de manifestantes que se congregaron en el histórico barrio afroamericano de Roxbury.
Monica Cannon, una de las organizadoras de la marcha Lucha contra la Supremacía Blanca, dijo que la acción resultaba necesaria.
Ignorar un problema nunca lo ha resuelto. No podemos seguir ignorando el racismo, sostuvo.
Según varios medios de prensa, para esta jornada se esperan manifestaciones similares en Atlanta (Georgia), Dallas y Houston (Texas) y en Nueva Orleans (Luisiana), entre otras urbes.
La violencia generada por los supremacistas blancos el pasado fin de semana en Charlottesville provocó lo que varios medios consideran como la mayor crisis doméstica del presidente Donald Trump.
El mandatario vio como un significativo número de asesores políticos y económicos se alejaron de su administración e incluso líderes republicanos lo criticaron con dureza por no condenar inmediatamente a los grupos racistas y considerar que existían «personas muy buenas» también en esas facciones.